A Mi Anti-Héroe,
Sentí
demasiadas cosas, cosas que nunca fui capaz de decirte y no sé por qué no lo
hice. Nosotros dos nos comunicamos mejor
con las miradas. Pero creo que ese juego de miradas no fue suficiente. Nunca
fuimos algo, no creo que nadie pudiese describir ese “algo” que nunca
fuimos. Aprendí que una hora vale mucho
y en esa hora sin haber cruzado apenas otra palabra que no fuese un tímido
hola, sentí como si te conociese de siempre. Me contaste cosas que intuyo que
no sabían muchas más personas, como dónde querías casarte, y hablamos como si
fuésemos amigos de toda la vida.
No era capaz de mirarte sin que una sonrisa
asomase de mi cara, pero aquellas
sonrisas te mataban (no sé si ahora lo hacen) como tú mismo dijiste. Dijimos
muchas cosas pero de aquellas cosas nunca supe cuales sentiste de verdad. A
veces no sé si fue un juego por que llegó un momento en el que no comprendía
nada. Me confundiste y aún hoy lo sigues haciendo. En cada
cosa que decías conseguías contrariarte a ti mismo parecía que intentases
esconderle tus sentimientos al mundo.
Tu
memoria no es muy buena que digamos, tú mismo lo dijiste y bien lo demostraste
el 26 de Abril. Pero ese olvido tuyo me hizo darme cuenta de que los cumpleaños
son solo un número al igual que la edad. Un número, no es mucho más, aunque
otras personas piensen lo contrario.
Lo
que fuimos se resume en dos frases y creo que tú estarás de acuerdo con migo;
“Una mirada vale más que mil palabras.”, “El corazón tiene razones que la razón
no entiende.” Esta última fue la respuesta que te di cuando me preguntaste
porque “me encantabas”. A veces dar explicaciones a lo que sentimos no nos
resulta fácil, si además nos preguntan por una razón, pero yo fui sincera,
siempre lo he sido y que no te quepa duda de ello.
Tenemos
muchas cosas pendientes que hemos dejado para cuando tengas un hueco.
Tristemente pero siendo realista sé que eso nunca se va a cumplir y que las
cosas que me prometiste tampoco. Siempre te sorprenderé, fueron tus palabras
exactas, cuando menos te lo esperes ahí estaré yo, preparado para sorprenderte,
pero no lo hiciste, por lo menos no hasta este momento, me queda mucho por
vivir y sabes que yo siempre estaré dispuesta a que me sorprendas.
¿Y
si volvemos al principio? Sí, a esas miradas cruzadas en las que ninguno de los
dos sabía nada del otro. Cuando mis amigas me tomaban como una ilusa pero lo
que ellas no veían yo lo veía una y otra vez en tus ojos. Nunca fuiste muy
audaz, te costó dar el primer paso y los que siguieron fueron en pequeñas
dosis. Dicen que lo que viene en pequeñas dosis es mejor y no puedes imaginarte
lo mucho que me ilusionaba recibir un mensaje tuyo, era como una dosis de
sonrisas gratis. Pero se perdió y como todo lo que empieza tiene un final, ese
“algo” también lo tuvo. Llegó sin yo esperármelo, no lo entendí y nunca fui
capaz de entenderlo porque aún hoy de vez en cuando me pregunto que hice mal.
¿Fue mi culpa? Si es así te pido perdón por no ser lo que esperabas que fuese.
Pero te recuerdo que una hora, una sonrisa, un puñado de miradas, silencios y
mensajes, aunque lo parezca, no son suficientes para conocer a alguien. Creo en
las casualidades pero sobre todo creo que en poder verte de nuevo. Desapareciste
un día y ya no volví a verte, es gracioso, si prefieres tomártelo con humor.
Paso por tu casa y me imagino como sería verte, recuerdo aquella misma puerta
donde pegaste un portazo aquel día. Pienso como sería verte pero nunca ocurre,
y los días pasan y cada uno de ellos
pienso en nuestras casualidades y coincidencias, en todo lo que fuimos y lo que
no fuimos y entonces prefiero no verte. No verte porque tengo miedo, miedo de
no saber si me saludarás o si al verme desviarás tu mirada y harás como si
fuese una completa desconocida. No quiero ser una persona a la que no quieras
ni ver, me gustaría pensar que sabes que Claudia soy y que nunca habrá lugar a
confusión o duda alguna. He intentado ser más paciente, poco pesada, pero a
veces tengo la tentación de preguntarte cómo estás, saber si te acuerdas alguna
vez de mí y preguntarte que pasó.
Esta
carta va por todas nuestra miradas, silencios, casualidades, coincidencias, por
mi profesor de inglés, por los sustos, sorpresas, promesas, por las estados con
un mensaje oculto, por las sonrisas que mataban, por los “el echará de menos tu
sonrisa, tú su mirada”… La única explicación que me diste fue que las cosas
habían cambiado pero no te equivoques, las cosas habrán cambiado pero los
sentimientos no lo han hecho.
Firmado:
Tú
Lois