sábado, 17 de mayo de 2014

Gone

Ayer lo vi, sí, a aquel que tiempo atrás me había dedicado aquellos versos que recogían tantas emociones, tantos sentimientos, tanto amor...
Había pasado tiempo, es verdad, pero el paso del tiempo no significaba que lo hubiese olvidado.
Alguien, que de un día para otro, pasa de ser todo a nada, se convierte de pronto en un fantasma, un ser invisible. Desapareció, no dijo nada, pues ya lo había dicho con una mirada. Aunque una mirada a veces bastaba, nunca lo llegué a comprender.
Y él, que tanto admiraba mi sonrisa, aquella que solo aparecía cuando oía sus pasos decididos a metros de distancia... Esa sonrisa se esfumó junto con él.
Antes éramos nuestros propios capitanes, nosotros éramos los que decidíamos el rumbo que nuestras pequeña historia iba a tomar. Ahora me había quedado sola.
Pero había una fuerza, algo que yo no podía controlar, esta decidía por mí el rumbo de mis sueños.
Era él, se había convertido en el capitán se mis sueños, yo no opinaba, solo me dejaba guiar por el sonido de su grave voz, por sus ojos..... esos ojos, sus palabras llenas de sentimientos, que estoy segura que alguna vez sintió de verdad. Eso lo sé, estoy segura, porque aunque con un lápiz y un papel haga maravillas, cuando se trata de hablar de sentimientos no usa ficción.
No es justo y a la vez sí lo es. Porque alguien que ha significado tanto para ti, que es y será una fuente de inspiración inagotable no se merece desaparecer tan fácilmente de mi vida.
Duele, y mucho, que alguien que sabes que NUNCA volverá a ser lo que era sea el capitán de tus sueños... y de tu vida, la vida lo decidió así.
¿Conoces esa sensación? Esa en la que todo te recuerda a esa persona, desde el mar hasta una palabra, desde una calle a un número...
Aquella noche apareció, lo vi de lejos, ya no era el mismo. No sabría decirte que había cambiado, pero ese azul en sus ojos se había tornado gris oscuro, lejano, desilusionado, insensible.
Y es mismo sucedió ayer, lo vi ahí, estático mirándome. Estábamos a escasos 2 metros pero la vergüenza que sentía le impidió articular palabra. A diferencia de él, el capitán de mis sueños nunca callaba. 
Esta vez  no me tocaba hablar a mí yo ya había dicho todo. Tampoco quería explicaciones, no quería  nada, solo que no me abandonase en mis . Pero pese a mis deseos ocurrió y no volvió ni volverá, al menos es creo.
Pero el la vida nunca se puede estar seguro al cien por cien de nada.

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